Espera en los Alpes
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Abel tiene por costumbre usar la mano como bloc de notas. "Siempre lo he hecho", asegura. Al lado de algunas de las medidas para las labores de construcción del campamento explica su viaje. De su casa en Eritrea a Sudán tardó 6 días, y 9 más en llegar hasta Libia. La mayoría de ellos en el Sáhara. "De Libia a Italia tardé 1 año y 8 meses. Eran todo problemas", recuerda.
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Espera en los Alpes
“Por favor, identificación. ¿Eres amigo de Cedric Herrou?”. La única forma de llegar al campamento de refugiados de Herrou es aparcar al lado de la Policía. “Están aquí hace un año para vigilarnos”, asegura Marion Gachet, mano derecha de Herrou en la gestión del campamento. El lugar está situado en el Valle de Roya, un río que nace en los Alpes y desemboca en Ventimiglia, Italia. Es de allí de donde vienen la mayoría de los acampados; su anterior parada en su gran viaje desde África Subsahariana.Desde lejos la única forma de identificar el asentamiento, si sabes hacia dónde mirar, es por algunas banderas y una gran lona blanca entre los árboles de la montaña. Una vez allí, tras ascender desde la carretera por un escarpado camino, el campamento toma nuevas dimensiones. Tras pasar el granero y algunas gallinas, 2 bancales más arriba, aparece la casa de Herrou y Gachet. “Él vino aquí para vivir de forma autosostenible, ajeno al sistema, pero vio la situación de los migrantes en Ventimiglia y no pudo evitar llevarlos a su casa para ayudarles”, cuenta Gachet.Alps Waiting
"I.D. please. Are you a friend of Cedric Herrou's?" The only way to get to Herrou refugee camp is to park next to the police. "They've been here for a year only to watch over us", says Marion Gachet, Herrou's right-hand in camp management. The place is located in the Valley of Roya, a river that rises in the Alps and flows into Ventimiglia, Italy. That's where most campers come from; their previous stop on their great journey from sub-Saharan Africa.
From afar the only way to identify the settlement, if you know which way to look, is by some flags and a large white canvas among the trees of the mountain. Once there, after ascending from the road along a steep road, the camp takes new dimensions. After passing the barn and some chickens, 2 terraces above, appears the house of Herrou and Gachet. "He came here to live in a self-sustainable way, outside the system, but he saw the situation of the migrants in Ventimiglia and couldn't avoid taking them home to help them", says Gachet.
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El campamento está ubicado en las cercanías de Breil sur Roya, en los Alpes Marítimos franceses. El lugar es apenas distinguible desde fuera. Unas banderas coloridas y una gran lona blanca permiten distinguirlo si uno sabe hacia dónde mirar. Desde el mismo campamento pueden verse los túneles de las vías del tren que muchos usaban, antes del despliegue policial, para llegar a la zona.
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Desde la carretera es complicado ver el campamento. Desde el lugar donde aparca la policía que vigila el lugar y su promotor, Cedric Herrou, puede verse uno de los extremos. Una señal en un palé y un buzón marca el inicio del camino: una escarpada subida de 5 minutos montaña adentro.
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Abel lleva en el campamento 4 meses y tiene permiso para estar en Francia otros 4. Con 22 años salió de Etiopía para buscar nuevas oportunidades en Europa. "Pasamos 18 horas en el agua. Entonces vimos acercarse a una patrulla libia y la gente se lanzaba al agua gritando "¡No! ¡No!", porque no querían volver a Libia. Después apareció el barco de una ONG española y la patrulla no hizo nada. Nos rescataron.", recuerda Abel.
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Tanto en algunas de las caravanas que sirven como alojamiento a migrantes como en algunas paredes de la cocina pueden encontrarse fotos de antiguos usuarios. En el campamento hay dos perfiles; aquellos que están en el campamento unos días y aquellos que están durante meses. Entre unos y otros deben encontrar la forma de trabajar en comunidad para que el campamento funcione.
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Abel instala una de las nuevas ventanas de la cocina. Hasta ahora nada aislaba la estancia del exterior. "Será de agradecer en invierno", dice Richard. Albañil y carpintero de profesión, ha ido al campamento de voluntario dos semanas para dirigir la construcción de nuevas cabañas, duchas y baños, además de adecentar la cocina.
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Aunque llega luz eléctrica a las caravanas y a las dos cabañas construidas el resto del campamento queda a oscuras. Al anochecer la actividad se desvanece y la mayoría se refugia en sus estancias. Fotos y mensajes de antiguos usuarios que han pasado por el campamento decoran las caravanas. La mayoría cuentan su viaje, dan las gracias a Cedric Herrou y animan a sus compañeros a no rendirse.
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En el campamento de refugiados de Cedric Herrou también hay tiempo para ocio. Uno de los usuarios toca con un palo, que cada vez hace más corto, un escorpión. Además también interactúan con la población local. Una vez a la semana bajan al campo municipal de Breil sur Roya para jugar al fútbol entre ellos y cualquiera que quiera unirse.
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En las paredes de la cocina, en varios idiomas, hay decenas de mensajes de agradecimiento a Cedric Herrou y Marion Gachet. "Tú Cedric, nos haces querer vivir. Sé que tu recompensa está aquí", puede leerse en francés. Con los trabajos de construcción la mayoría de estos mensajes quedarán bajo aislante y madera, pero todos están seguros de que no tardarán en aparecer nuevos.
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Halefom tiene 22 años. Lleva 4 meses en el campamento, aunque muchos más en Francia. Tras hacer la ruta libia desde su casa, en Eritrea, siguió su viaje por Italia y Francia hasta Calais. Allí se encuentra otro campamento donde muchos esperan a poder cruzar el Canal de la Mancha para llegar a Reino Unido. Halefom, tras pasar allí 2 meses, decidió volver a París. "Estaba muy complicado. Quería obtener papeles pero hay demasiada gente. Dormía en la calle", recuerda sobre la capital. Finalmente decidió volver a Niza donde, tras dormir 4 meses en la calle, dos voluntarias le hablaron sobre el 'Camping Cedric Herrou'.
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Cuando es posible y si alguno de los voluntarios tiene medio de transporte, en el campamento también hay tiempo para hacer algo de turismo local. A pocos kilómetros está Saorge, un pueblo medieval con mucho movimiento artístico. Abel hace fotos del lugar mientras Halefom envía las que ya ha hecho. El contacto con sus amigos y familiares es constante.
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Fanny avisa a Halefom; un antiguo compañero del campamento llama para poner a todos al día de su situación. El contacto con ellos es importante, pues proporcionan consejos para los que vienen detrás y, sobre todo, ánimos para continuar.
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La mayoría de migrantes del campamento ocupa parte de su tiempo libre en aprender francés. Fanny, que ha decidido ir de voluntaria dos semanas de agosto, aprovecha sus conocimientos –es profesora– y les ayuda. Saben que con el idioma ganarán terreno, pues facilita conseguir un trabajo.
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Halefom y dos compañeros más van en tren hasta Niza. La mayoría del campamento se desplaza una vez a la semana hasta la oficina de asilo. En la estación de Sospel, una de las entradas al Valle de Roya, siempre hay vigilancia policial. "Todas las semanas nos piden documentación, aunque ya saben quiénes somos y que tenemos permiso", cuenta Halefom. Tanto la asociación de Cedric Herrou –DTC– como Roya Citoyenne han establecido un protocolo con la policía por el que pueden ayudar a migrantes a llegar hasta la oficina, previo aviso a las autoridades.
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Cuando llueve Halefom y Youssif, su compañero de estancia, no tienen más remedio que refugiarse en su caravana. Halefom, tras hacer el viaje hasta Calais y su paso por París, ha decidido que quiere quedarse en Niza. "Suelo ir a la oficina a llenar papeles y, a la vez, aprendo el idioma. Estoy a la espera".